Tal vez la conoces.
Se sentó conmigo aquella vez, como otras tantas, y prometió no marcharse nunca. O eso me pareció oír a mí.
Me abrazó y me aseguró que todo iría bien. No sé bien a qué se refería.
Me habló de planes de ensueño, de sueños e ilusiones. Pero de ilusiones no se vive.
Se vive de presente, y ella huele más a pasado.
Pesado. Pisado. Posado.
Ayer volvimos a cruzarnos. No de casualidad. Vino a decirme adiós.
Y ya no me importa que se vaya, pero que no vuelva.
Y se fue.
Adiós.